En 1933, unos años antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, nació Benjamín Diederik Schalkwijk Vlielanderhein (mejor conocido como Bob Schalkwijk) en Rótterdam, Holanda. Desde los 14 años mostró interés por la fotografía. Una de sus primeras tomas es un retrato del trompetista estadounidense Louis Armstrong, a quien captó en un concierto ofrecido en Amsterdam. Esta primera imagen causó interés entre sus amigos quienes le compraron varias copias.
El joven Bob realizó algunos cursos sobre fotografía en Holanda, Alemania, Francia e Inglaterra. La realidad es que fue un autodidacta que aprendió su oficio en el ejercicio mismo y estudiando todo lo relacionado que llegaba a sus manos. Aprendió el inglés leyendo revistas norteamericanas de fotografía.
En 1957 viajó a Estados Unidos y Canadá y un año después a México, en donde ha radicado desde entonces. Sus primeros trabajos fueron de arquitectura y niños; luego se dedicó a la fotografía para publicidad, pero en 1972 decidió dedicar mayor tiempo a la fotografía editorial con temas de vida cotidiana, arte y paisaje. Gracias a algunos proyectos editoriales de gran envergadura, pudo conocer y adentrarse en la cultura mexicana. Gracias a su experiencia dentro de la fotografía comercial y publicitaria, desarrolló un amplio conocimiento técnico que pudo aplicar después en su trabajo editorial.
Bob Schalkwijk ha continuado en los siglos XX y XXI la tradición iniciada por otros grandes fotógrafos extranjeros que, cautivados por nuestra cultura, decidieron radicar en México y captar con su lente nuestro entorno.
Al igual que el alemán Hugo Brehme en el porfiriato, Schalkwijk tiene una gran colección fotográfica de arquitectura mexicana que incluye desde pirámides prehispánicas y conventos coloniales hasta edificios posmodernos. De la misma manera en que el norteamericano Charles B. Waite desarrolló un interés antropológico y etnográfico a través de su cámara, Schalkwijk ha retratado por más de 40 años a los mexicanos lo mismo en las grandes urbes que en las comunidades recónditas.
Su acervo de tarahumaras, lacandones y chamulas, entre muchos otros, le ha dado renombre internacional. Schalkwijk tiene una colección extensa de fotografías sobre el muralismo mexicano, quizá la más completa que existe sobre la obra de Diego Rivera. En su acervo se encuentran producciones en estudio y en campo. Destacan sus tomas aéreas y las fotografías de 360 grados en espacios abiertos o cerrados.
La trayectoria de Bob no se ha restringido exclusivamente al ámbito mexicano, también cuenta con una colección importante de fotografías de Holanda, Irlanda, España, Italia, Francia, Grecia, Turquía, Egipto, Pakistán, China, Myanmar, Vietnam, Estados Unidos, Guatemala, Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Brasil, Argentina, Chile y, en su último viaje, captó el paisaje de la Antártica. En todos los países que ha retratado se ha interesado por su arte, su arquitectura, su paisaje y, sobre todo, su gente.
En casi cincuenta años Bob Schalkwijk ha desarrollado su obra fotográfica en una gama amplia de técnicas que han variado a través del tiempo. Desde la fotografía en blanco y negro, pasando por las diapositivas a color, hasta el mundo moderno de la fotografía digital. A partir de 1967 empezó a trabajar la fotografía a color en su propio laboratorio. Desde luego, ahora el trabajo de revelado se hace con computadoras. En cada momento ha habido interés por estar a la vanguardia tecnológica y explorar las nuevas posibilidades visuales. Ha tenido que adaptarse a las nuevas técnicas, pero también ha logrado dominarlas y proponer su propio estilo.
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